Algo se estrelló contra el espejo
el gato continúa maullando
una nube pasa
arrastra los lamentos del gato
los restos del espejo
trae con ella los ecos
de los sueños de los otros
la noche en paz
paz
paz
Murmullo entre dientes
dice que la realidad es la misma
que la desde hace unas horas,
desde hace unos días,
desde siempre.
La realidad siempre es distinta.
Hay plantío de mujeres en el desierto
son buganvilias
cúmulos de flores brillantes
sostenidas por un arbusto de espinas
arropadas por el azul intenso del cielo.
La noche se vistió de azul marino,
la luna es un agujero blanco
en la eternidad del negro.
La nada es un paisaje también,
es el desierto,
el chirriar de los grillos es el pulso del desierto.
Los grillos son estrellas.
La nada está viva,
agonizando entre suspiros del todo.
¡Silencio!
Habla el silencio,
el silencio, el silencio.
Algo se estrelló contra el espejo
el reflejo quedó hecho trizas
polvo de alucine de alguna realidad que no es ésta.
Nunca es ésta.
Porque nunca se está.
Todos duermen,
enfermos de enfermedad
con la que se duerme sin dormir,
tienen los ojos bien cerrados
los nervios bien abiertos
el cuerpo seco
una de esas tantas formas
de estar vivos pero muertos.
El silencio no es quedarse mudo.
Mudo es el intento de hacerle sentido a algo,
como a lo cálido de la respiración
que emerge de los cuerpos,
a la soledad de la luna,
a los sueños de cualquiera.
A la palabra.
Desierto.
Mudo es descubrir todo en un instante.
Como el ciego recurre a la ceguera
después de dos segundos de lucidez.
Un instante como torrente
mientras los labios se cierran
como el tronco de un ciruelo torcido
la voz es un torrente que fluye torciéndolo todo.
Torrente son las sensaciones fantasma:
espectros y sombras
que habitan más almas que cuerpos
que sustituyen la sal de mar por yodada
las sombras y sus sonrisas fantasmas.
La noche es un estanque
cubierta por un remolino de palabras vueltas escamas
el azul del cielo desierto,
con los pedazos de aquel espejo
vueltos astros, estrellas,
miles de ojos ciegos sueltos.
El orgasmo de una noche ninfómana
lanza el soliloquio de una masa muerta.
Es la decadencia,
en la muerte quedan los rastros de vida
levantándose con el viento.
Todo comenzó con algo que se estrelló contra el espejo.
Los ecos de otros tiempos
los días y sus sombras,
las almas del ayer
del miedo a la muerte mientras se vive
del miedo a la vida mientras se muere.
El alma es un instante
que se levanta en silencio
levitando
contenida
como una nube estática
que carga con demasiada
fuer
ZZZAAAAAA/
se estrella contra el espejo,
haciéndolo trizas.
Los muertos abren los ojos
despiertan
tienen esa enfermedad en la que se creen vivos,
¡pero están muertos!
Comienza el día
acumulándose en instantes
como si se tratara de acumular la vida
una colección de instantes
hasta que algo te avienta contra el espejo,
eres tú,
o es la noche,
o es el miedo,
no puedes distinguir
pero lo sientes
o eso crees que sientes
es tu cuerpo que ha quedado muerto
es tu alma la que intenta suicidarse de tanto miedo…
Comienza el día
antes de que llegue la noche
otra vez la noche
cuentas los minutos que tienes
para averiguarlo
hasta que
algo se estrella contra el espejo.