para la abuela, el Alex, la Regi y su semillita
Dos sillones blancos ocupan el centro de un escenario iluminado con dos spots, uno con luz amarilla, y el otro, blanca. Frente al primer sillón está Espíritu de pie, viendo hacia el sillón de su interlocutor, con el cuerpo erecto, la cabeza en alto, y los brazos ligeros. Escucha se encuentra acostado frente al sillón, con la mirada hacia el techo, cada vez que Espíritu le habla, Escucha levanta la cabeza y busca la voz.
Escucha: (viendo hacia el techo) no te siento
Espíritu: lo sé, te hago la guerra
Escucha: (hacia Espíritu) ¿es ese ruido?
Espíritu: ¿un enjambre en éxtasis?
Escucha: (hacia Espíritu) ¿enojo?
Espíritu: efecto, es el efecto de lo que…
Escucha: (hacia el techo) no te siento
Espíritu: lo sé, por eso me embriago de mí
Escucha: (hacia Espíritu) haciendo estallar al cuerpo
Espíritu: ¿el cuerpo? Ese no soy yo, esa es la Tierra, yo soy la entrega al cuerpo, la luz en lo que llaman la enfermedad
Escucha: (hacia Espíritu) ¿y el alma?
Espíritu: también soy yo, soy todo con el alma
Escucha:(hacia Espíritu) ¿y el cuerpo?
Espíritu: la casa que hemos creado juntos
Escucha: (hacia Espíritu) ¿elucubración de la mente?
Espíritu: epifanía en forma, escultura en experimento
Escucha: (hacia Espíritu) ¿eslabón?
Espíritu: ése eres tú, junto con los otros
Escucha: (hacia Espíritu) yo soy silencio
Espíritu: ¿estrecho?
Escucha: (hacia Espíritu) pánico al eufemismo y al no servirte
Espíritu: ¿a no ser?
Escucha: (hacia el techo) no te siento, estremezco por ti, así vivo, pero no te siento
Espíritu: ¿y por eso me lloras y te ríes al mismo tiempo?, con tu “silencio”
Escucha: (hacia Espíritu) es una enfermedad
Espíritu: es lo que quieres que sea, cuando la razón los logre orquestar y dirigir, y antes, digerir, entonces podrás ser
Escucha: (hacia el público) ¿una esmeralda?
Espíritu: ves que sí me tienes
Escucha: (hacia el techo) te estorbo
Espíritu: no, porque eres yo
Escucha: (hacia Espíritu) ¿sin mí?
Espíritu: (caminando) eres la voz, la evocación del alma, eres el tiempo, y sino te tengo en el hoy, no hay tierra, no hay hoy, ni tiempo, ni cuerpo; no sucede el experimento, y ninguna experiencia, nadie escribe, no hay estar y sí un constante escape, el olvido en una caída constante
Escucha: (se va levantando hasta sentarse y luego hincarse sobre el piso) eres el estertor, el espacio y el espejo, la esencia de la estrella, la elegancia de la estela que deja el momento, el encuentro con otras estelas que van disparando en cielo, eres todo lo que soy todo el tiempo, pero, ¿para qué existo?
Espíritu: para sentirte y sentirme, para la propagación de nuestra existencia
Escucha: (hacia Espíritu, medio suplicando) quiero un ejemplo, ya ves que también es con “e”, con e de ejemplo
Espíritu: hace dos días, en nociones de tu tiempo, recibiste la noticia de tu (h)ermano, una noticia que te sembró la semilla de la esperanza, que te rompió el tiempo y te llevó a la eternidad de ese momento: la esperanza: tu hermano se arriesga a vivir y te pone el ejemplo: ser padre, después de toda una vida de ser hijo. De no ser por él, te olvidas de lo que eres y puedes ser. Hace dos días, también, sentiste lo efímero de la eternidad de este instante, lo recorriste en los ojos de tu abuela, en su sonrisa desde el final (u otro comienzo), viste su entrega hacia toda una vida vivida, fuiste lo que surgió de su voz de estrella polar. No hay una sola explicación, yo te lo doy todo y tú escoges a lo que te entregas. La escalera como puente, no es necesario escalar, sólo cruzar hacia el otro lado manteniendo el equilibrio.
Escucha: eureka!
Espíritu: la elocuencia es una explicación para cada estrecho…